lunes, 25 de agosto de 2014

¿Daniel Scoli, felpudo o alfombra voladora del kirchnerismo?


Leemos que la respuesta de Scioli frente a las múltiples pre candidaturas que afloran en el FPV, no se quedó solo en las declaraciones a Taiana, sino que se corporizó en una linda finta política que consistió en que el alfil sciolista Marangoni saliera a pedir primarias para todos los cargos nacionales. Si, legislativos también, con lo que abre el paraguas a un armado de Cristina de la lista de diputados para imponerle a “Daniel”.
Se ve que esto tocó alguna fibra porque desde el pingüinismo más duro salieron a pedir la cabeza del Presidente del Banco Provincia al instante.
Habrá que ver si Scioli se mantiene firme y logra sostener en su cargo a Marangoni, algo que debe empezar a hacer si sueña con heredar al kirchnerismo y que hasta ahora solo logró con Casal, Papa Francisco electo y cabezas de Garré-Verbitsky mediante.
También si Cristina activa algún tipo de bomba política, aprovechando el poder de fuego que le queda, como por ejemplo atar las primarias obligatorias para cargos partidarios a una ley que también imponga primarias simultáneas y obligatorias en los sindicatos, diseñando un escenario donde gane en cualquiera de las dos circunstancias. O si negocia la baja de las otras candidaturas y su apoyo formal a Scioli a cambio de armarle la lista de diputados como el mal menor último.
Lo que nos interesa discutir aquí es la táctica de Scioli, o sea la táctica del felpudo. Que deberá mutar si quiere ser Presidente. Como se dice en el truco: “Mate si quiere ganar”.


¿Lealtad, felpudismo o qué?
Lo que para muchos es felpudismo, para Scioli es lealtad. Allá por 2003 se fue de boca cuestionando la política de derechos humanos impulsada por Néstor y el disciplinamiento le cayó como un rayo, le sacaron la Secretaria de Turismo que conservaba bajo su órbita y lo escondieron de todos los actos. Aprendió. Tanto aprendió que cuando hubo que enfrentar a Duhalde, se quedó con Néstor. Cuando en 2007, a pesar de su historia y predilección por la “Ciudad” lo hicieron ir por la “Provincia”, fue sin chistar. En 2008 en plena colisión con “el campo” Scioli bancó, a su modo, con un “con la comida no se jode”, pero bancó. En 2009 en el peor momento de la consideración pública para con el kirchnerismo Scioli fue a la muerte anunciada de las candidaturas testimoniales (algo que desde acá defendemos si es que queremos hablar de reconstrucción del Sistema de Partidos. Los capitanes se ponen la cinta por el equipo, no hay que escandalizarse tanto).

Murió logicamente, pero le hizo la segunda a Néstor cuando los grandes medios le pedian a gritos que se pase de bando. Hubiera sido el tiro del final, peor que Cobos.
Y no se pasó. Tal vez porque, como se desclasificara luego en wikileaks, “no es golpista”.
Allí nació la leyenda del felpudo, desde los grandes medios. Desde su rencor, desde la figurita que no pudieron robar. Cierto es que Néstor fue alimentando eso cuando lo retó con el “dígame quién le ata las manos Gobernador”. O los varios desplantes y ahogos presupuestarios de Cristina, el último en la paritaria docente 2014.
Pero Scioli aguanta confiado en las encuestas y en su “probada lealtad” que lo hace kirchnerista para las grandes mayorías (muy a pesar del núcleo duro del propio kirchnerismo). En la “previsibilidad” y “sentido de la responsabilidad” (Weber manda un gran saludo) que él cree suficiente para sumar el apoyo de la dirigencia del PJ, la empresarial y la sindical.
¿Por qué el kirchnerismo no lo quiere de heredero?

 ¿Conservador Popular o Neoliberal infiltrado?
Es verdad que Scioli es un “moderado”, un “componedor” ¿Un tibio? Si bien es cierto que no es un impulsor de grandes transformaciones, el Gobernador sí ha demostrado temple frente al escarnio mediático. Nos interesa entender por qué hay dos lecturas tan contrapuestas de lo que significaría un eventual mandato suyo. Algunos lo consideran “pasar de 5ta a fondo a 3ra regulando”, graficando que si no habrá grandes batallas contra los poderes constituidos, tampoco se destruirá lo logrado como la AUH, política de derechos humanos, unidad regional, la ley de Medios, etc.
Otros creen que a pesar de haber transitado más años (y en puestos más importantes) bajo el kirchnerismo que en el menemismo,  Scioli es en el fondo un neoliberal. O que por lo menos será tan cobarde frente a Clarín en el poder que se dejará presionar e imponer agenda e intereses. Lo que lo haría un presidente de Clarin, puesto por el kirchnerismo. Un infiltrado liberal en filas peronistas. La pesadilla menemista reloaded.
Siempre hubo conservadores populares en el peronismo. Desde su fundación con el vicepresidente Quijano. También en los setenta con Solano Lima.  Interesa desdramatizar esto de que sería una contrarevolución si sucediera un mandato suyo. El paso a la “resistance”. Al punto que se prefiera que pierda el kirchnerismo, que gane la derecha “pura y dura”. Porque si es muy deseable para la democracia poder hacer un traspaso de mando con la oposición (sí, aun con Macri, en caso de que la mayoría del pueblo lo eligiese debido a errores nuestros), confiando en que la institucionalidad de los avances conseguidos los garantice; no menos deseable es hacerlo dentro del peronismo. Que un peronista le ponga la banda presidencial a otro “por la buenas”. Porque a pesar de su programa e intención, en el fondo un Presidente debe someterse a la correlación de fuerzas inherente a la política. O sea que es un “surfer” de estados de opinión de la ciudadanía, masa crítica y organización de los distintos sectores de la sociedad civil y las corporaciones, etc. Lo que en todo caso invita al desafío de crear correlación de fuerzas, “olas”, que obliguen a surfear "para este lado".
Puede resultar naif, pero si es verdad que el peronismo es un sistema político en sí mismo (con izquierda y derecha) que cubre todo el espectro y “ofrece todo” al ciudadano-consumidor, es deseable desdramatizar. Quitarle épica al asunto en pos de una posibilidad de transición institucional. A pesar de que uno prefiera a los jacobinos. Porque tal vez la sociedad "se haya calmado, quiera algo más tranqui y esta vez no acompañe”. Porque lo que estuvo mal fue la traición de Menem a las tres banderas, no Cafiero en aceptar que perdió la interna. Y tal vez un proyecto para superar la etapa gregaria (fundacional, lider-dependiente) necesite un ala jacobina y una conservadora.
Aunque al Gobernador los Intendentes no lo respeten, porque los recursos no llegan de La Plata sino de la Nación; y a pesar de la “maldición” que reza que nunca un Gobernador de Buenos Aires logró convertirse en Presidente (habría que ver si Massa no expresa en mayor medida el poder territorial verdadero de la PBA); Scioli tiene una gran intención de voto. Lo cual en un sistema de partidos fuerte (que se impone a la lógica del federalismo, porque posibilita que un dirigente que nunca fue Gobernador llegue) es condición suficiente. Y nosotros necesitamos un sistema de partidos fuerte (como tanto jode Pagni en La Nación).
Tal vez incluso traiga beneficios secundarios, como que los hijos “maten” a los padres. Porque en esto nadie se jubila y “hay caballos que se mueren potros sin galopar”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario