miércoles, 28 de octubre de 2015

Para que Scioli gane hay que enrollar las banderas



"Enrollen las banderas, no las bajen nunca, pero enróllenlas así los de atrás pueden ver" 
Cristina Fernández, un acto cualquiera.

Una campaña electoral es, por definición, la lucha por la opinión en la sociedad. Conducir es persuadir y nadie nunca jamás logró convencer a alguien de algo de lo que no está convencido. El fuego amigo, ir a votar desgarrado y todas esas pelotudeces tienen su repercusión, porque la gente no es zonza y mira. 
Desayunarse la cena, con discusiones sobre qué pasará en el movimiento justicialista en el período 2015-2017, cuando aún no se ganó la elección presidencial es vender la piel del oso antes de cazarlo y tampoco ayuda. Nadie vota delegados, gobernantes que no gobiernen ni dobles comando. 
Las reacciones de los compañeros el día después de las elecciones en las redes sociales fueron desopilantes. Desde "la gente es una ingrata", pasando por "esto es una guerra y acá no se rinde nadie", la imposibilidad de decodificar el mensaje de las urnas fue estremecedor. El kirchnerismo no solo no ganó en primera vuelta sino que va empatado a un balotaje -que es correrla de atrás- y el peronismo perdió ni más ni menos que la provincia de Buenos Aires. 
Alguien dijo una vez: "el kirchnerismo te lleva al paraíso a patadas en el culo". Si el "paraiso" es el fondo, las "patadas en el culo" son la forma. Los ciudadanos no son idiotas, no quieren el fin de la Asignación Universal, quieren el fin de la cadena nacional una vez por semana porque es una tocada de culo innecesaria que nos gusta a nosotros nomás, que la queremos a Cristina y "qué ídola que sos". No quieren el fin del Fútbol para Todos, quieren no tener que fumarse una apabullante propaganda política que demasiadas veces cae en partidaria. No quieren dirigentes cobardes con el FMI o los fondos buitre, pero sí con capacidad de autocrítica y de escuchar la calle. Aún la calle asfaltada. Reírnos en la cara de 200 mil caceroleros y decirles: "nosotros tenemos el control del Congreso" o "hagan un partido y ganen" es tirarle el colectivo encima al fitito. Hay demandas ahí, se debe poder tomar nota. Hablar de sensación de inseguridad, ningunear la inflación, no medir la pobreza aunque se la combata, porfiarse con ganancias, minimizar al punto de negar las derrotas electorales se paga, cómo que no. Los errores propios existen y hay que volver a enamorar. Nada peor en política que el autismo.
Cuando el kirchnerismo ganó con el 54%, con 37 puntos de ventaja a su inmediato competidor, empezó a boxear con su sombra. Se olvidó de persuadir, porque ya tenía los porotos y no le hacía falta. Comenzó más que nunca a privilegiar las formas. 
Se acentuó una tendencia en la militancia kirchnerista a la endogamia, al microclima. La militancia de la "selfie" -que nadie dice que sea la mayoritaria- existe y es más o menos esto: salir a convencer a los convencidos. ¿Para qué se manda un mail o mensaje de wsp a un grupo de compañeros, si ya pensamos todos lo mismo? ¿Cuánta gente que no es del palo tenés en tu facebook y podés hablar sin putearte porque no te considera un kirchnerista cabeza de termo?
Se convence al que piensa distinto. Escuchándolo para partir de un punto en común y generar empatía. Dando la razón en algunas cosas, aunque sean secundarias para nosotros. Lograr que no te sientan "extraño" y piense que sos un tipo autocrítico y lúcido. Ser "fronterizo" de la grieta. Si llega a pensar: "lástima que está con ellos porque es buen tipo, entiende" arrimaste más, porque ahora te escucha. Fijate bien lo que le vas a decir.
Decir que si gana Macri es el fin del mundo porque es "malo" y quiere destruir el país no sirve. Tirarle con la dictadura, los noventa y su gobierno en la ciudad -ampliamente plebiscitado por la mayoría- no sirve. Hay que dejar de hablar de Clarín por dos años. Esas balas a Macri no le entran y acá lo que se busca es la eficacia en el accionar político.
El discurso de Máximo fue un papelón. No solo no ganó la categoría de diputados, en la que salió segundo, sino que se la pasó puteando a Clarín y dijo -a horas de haber perdido la provincia de Buenos Aires, infinidad de intendencias e ir empatados al balotaje- que: "la gente votó a Cristina con el 54% y a Macri con el 34%". Autismo absoluto o intereses inconfesables.
Cada vez que Máximo puetee a Macri, éste va a subir en las encuestas. Es una regla de tres simple y Scioli tiene que decirle que cierre el pico y que se haga de abajo.
Scioli dijo que va a ser más Scioli que nunca y eso en criollo significa que va a empezar a mostrarse más autónomo y rebelde del kirchnerismo de las formas. Está perfecto, era hora. Si la militancia kirchnerista quiere hacer su aporte, aparte de convencer en la verduleria -el mundo real, no el virtual- a desconocidos con tacto y humildad, su aporte es este: dejarse putear sin reaccionar.
Scioli va a empezar a tocarle el culo al kirchnerismo simbólico poniendo en caja a Carta Abierta, 678 y La Cámpora. Hay que bancársela y todo aquel que además de kirchnerista sea peronista lo va a entender. Ver en esto una traición y no una táctica electoral es kirchnerismo bobo. Silbar bajito y repetir la línea del candidato es el aporte.
Macri es porteño. ¿Realmente puede ponerse en el lugar de un chaqueño, un chubutense o un salteño? Un porteño no sabe lo que es estar a miles de kilómetros del "calor" y si Dios está en todos lados pero atiende en Buenos Aires hay que hacer la campaña con eso. Hay que plantase en unitarios y federales porque ellos no tienen gobernadores y nosotros muchos muy queridos en sus provincias. Hay que plantarse en el peronismo porque ellos no tienen sindicatos y nosotros sí.
Lograr privilegiar el fondo -que Scioli gane y seguir gobernando la nación-, sacrificando en la campaña las formas, sin reaccionar y conteniendo el fuego amigo, salir a convencer a no convencidos predicando la línea que baje el candidato es lo que la realidad impone para ganar.

Posdata: la eficacia de este texto se medirá en las puteadas que se reciban de los compañeros, porque se busca conmover estructuras mentales.

martes, 27 de octubre de 2015

El Néstor virtual (homenajes) versus el Néstor real (aprendizajes)


5 años del ingreso a la inmortalidad de Néstor al "comando celestial"
¿Qué se recuerda hoy? ¿A un ex presidente, a un líder? A un tipo disruptivo ciertamente, que recogió demandas de justicia, empleo, seguridad social, educación, salud. Para poder concretarlas rompió correlaciones de fuerzas, internacionales e internas, patrones de acumulación, digamos. Hizo política.
¿Cómo se emula un líder así? ¿Cómo se transforma un militante social en un militante político-partidario? ¿Cómo se transforma un joven que quiere cambiar el mundo en un político adulto obsesionado con ganar elecciones, tener votos propios y acceder al control del Estado para desplegar un proyecto político que logre transformar lo que "diosa fortuna" permita?
Es lo mejor que tiene Néstor para enseñar. La apuesta en un pago chico (es más fácil juntar votos para ser Gobernador en una provincia que Intendente en algunos municipios del conurbano), la acumulación de dinero para solventar campañas y darle autonomía a la política sin ser mero instrumento de poderes económicos. ¿Cómo logró Néstor comerle la tropa a Flores y desplazar a Puricelli? Las alianzas, las traiciones, la concentración de poder, las reformas electorales, las reformas constitucionales. Ir por adentro, siendo minoría, siempre por adentro. Armar equipo, bancar a los soldados propios, aunque tengan manchas. Dar vuelta adversarios, tenerlos en el propio dispositivo. Al enemigo ni justicia, aprender a patear al caído en el piso. "Ser blando con los blandos y duro con los duros".
Aceptar privatizaciones nacionales si eso garantiza autonomías provinciales. Salud, educación y empleo provinciales. Aceptar aliarse con los feos, sucios y malos para llegar. Ser chirolita un rato, para llegar y cambiar la correlación de fuerzas. Apostar a la transversalidad si el clima de época ruge antipolítica. Apostar al peronismo si se requiere gobernabilidad. Incumplir pactos, dejar en el camino leales de la primera hora si no se encuadran o se muestran rebeldes. Hoy hay demasiados ex kirchneristas de la primera hora.
Lo que se conoce como kirchnerismo se inició en 2003. Pero sus líderes se formaron como dirigentes en las décadas del 1980 y 1990. Hay que estudiar el período 1983-2001 de Néstor. Mostró que hay que aprender a gobernar. "Hacer la escuelita". Ser intendente, gobernador, gobernador reelecto, presidente. Tener "virtú", no abandonarse nunca.
En la elección 2003 no vinieron con un programa de gobierno bajo el brazo que decía "anularemos las leyes de impunidad", "recuperaremos YPF", "recuperaremos las AFJP". Cuanto más se define uno, más votos pierde, porque se aisla.
Muchos creen que el kirchnerismo debe ganar porque si, por determinación histórica, porque es lo bueno contra lo malo. No hay política ahí. No hay alianzas, no hay pactos, no hay negociaciones por necesidades, sapos ideológicos.
Néstor, como el General Perón, "sabía que había que hacer" en el gobierno, antes de ser gobierno. Tenía medidas ya pensadas, adversarios que sabía que se iban a oponer, límites que romper. Se apoyó en la opinión pública, en el presupuesto, en las organizaciones sociales, luego en el aparato y en el sindicalismo.
El que haga liturgia kirchnerista, ideologismo, no le suma nada al proyecto. La lealtad de los pocos pero buenos, no le suma nada al proyecto. Si como decía Juan Perón "la acción electoral es una acción cuantitativa, la acción de gobierno es cualitativa", hoy se lo recuerda a Néstor por su acción de gobierno. El desafío para continuarlo es aprehenderlo en su accionar político-electoral.