domingo, 19 de mayo de 2019

La promesa de Alberto Fernández: verdad o consecuencia


Por Santiago Costa

¿Por qué Cristina Fernández de Kirchner designó a Alberto Fernández como el candidato del kirchnerismo a presidente?
Sin habitar la mente de la ex presidenta aún puede delinearse, en base a potencialidades y límites estructurales, qué garantiza y qué puede aportar Alberto Fernández como cabeza de la fórmula presidencial.
Socios
El ex Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner tiene una particularidad que ningún otro ex funcionario del kirchnerismo posee: él fue socio político del ex presidente, no empleado.
Alberto Fernández fue la tercera pata (desde años antes, con elGrupo Calafate) de la mesa chica kirchnerista modelo 2003. Fuequien le abrió al gobernador sureño sus contactos políticos, judiciales, económicos, mediáticos, eclesiásticos, sindicales en la capital federal.
Esa sociedad voló por los aires en 2008 por el conflicto con el campo, madre de “la grieta” social y la incipiente ruptura peronista, que tomaría carnadura recién en 2013 con el massismo.
Allí recaló Alberto Fernández después de su eyección en 2009 del kirchnerismo, mal acusado de operador de Clarín en el gobierno, cuando Néstor Kirchner aplicó la vieja máxima del verdugo que decapita al verdugo.
Su también ex Jefe de Gabiente fue extremadamente crítico del segundo gobierno de Cristina Fernández, como también lo fueron Felipe Solá y Hugo Moyano, hoy todos “amnistiados” en el universo kirchnerista frente al adversario común en el gobierno. Nadie puede arrojar la primera piedra.
Alberto Fernández se reconcilió con la ex presidenta después de haber apostado por Sergio Massa en 2015 y por Florencio Randazzo en 2017. Se acercó en 2018 a la ex presidenta (en un contexto de debilidad) y por su habilidad política logró transformarse en su principal consejero y operador político.
Mensaje de texto
El mensaje de la ex presidenta intenta subsanar errores del pasado con un “acto de responsabilidad ciudadana” muy concreto con un “primero la patria”: ella ocupará un segundo plano.
Cristina Fernández cree que se requiere de un candidato que pueda construir una coalición sociales y políticos, y económicos también, no sólo para ganar una elección, sino para gobernar…una Argentina que se encuentra en una situación de endeudamiento y empobrecimiento peor que la del 2001″.
El programa de gobierno del neo kirchnerismo o “nuevo contrato social no es más ni menos que la búsqueda de una mirada práctica que genere una base de orden”. Para eso Alberto Fernández tiene las cualidades para “decidir, organizar, acordar y buscar siempre la mayor amplitud posible del gobierno”.
La promesa
Cristina Kirchner será el yunque en que descanse la fórmula: ella garantiza el 35% de votos piso del kirchnerismo.
Alberto Fernández tiene una doble misión. La primera es tender puentes y acordar alianzas con los gobernadores de Alternativa Federal (ocho ya celebraron la fórmula) y en caso de no poder acordar (Córdoba, Salta) interpelar a sus electores para sumar el voto peronista no kirchnerista.
El neo kirchnerismo necesitará ganar la provincia de Buenos Aires (en alianza con el massismo), todas las provincias federales pequeñas (las patagónicas, las del noreste y noroeste) y hacer elecciones dignas en Córdoba, Santa Fe y Mendoza.
Para eso Alberto Fernández debe explicar esta frase del mensaje de Cristina: “no se trata de volver al pasado ni de repetir lo que hicimos del 2003 al 2015 -y de lo que más allá de aciertos, críticas o errores nos sentimos muy orgullosos-, pero el mundo es distinto y nosotros también”.
La segunda misión de Alberto Fernández es, con su tono pausado, convocar a todo el voto políticamente antikirchnerista, pero económicamente defraudado por Cambiemos, a un gobierno de reconstrucción al que Cristina Fernández alude constantemente.
Verdad o consecuencia
Con la designación la ex presidenta reconoce que con ella sola no alcanza. Tal vez sí para ganar las elecciones, pero no para crear una coalición lo suficientemente amplia como para gobernar con éxito.
Para ser un candidato presidencial creíble, Alberto Fernándeznecesita proyectar autonomía. Eso significa que los gobernadores, dirigentes sindicales, operadores de la city y demás lo llamen a él.
La única que puede lograr eso es Cristina Kirchner, cultivando un bajo perfil (en redes sociales y actos) para ocupar en los hechos segundo plano oficial. También derivando con el candidato a quienes la llamen para pre acordar.
Solo así se hará lo que no se hizo con Daniel Scioli, hasta que fue demasiado tarde.

martes, 7 de mayo de 2019

El Canca murió a los 27


Por Santiago Costa
¿Qué significó el Canca” Juan Carlos Dante Gullo para un sector de la militancia que va desde los treinta y cinco a los cincuenta años? La mayoría conoce su historia personal y también su significación simbólica para el movimiento peronista, pero subestima su impacto histórico generacional.

Nene de antes
La agrupación H.I.J.O.S. en los inicios del kirchnerismo era una máquina de peronizar, aún sin proponérselo. Todos sus objetivos estratégicos se cumplían, como en cascada, bajo el naciente kirchnerismo.
En esa época de “dudas” en el movimiento popular post 2001, varios miraban a figuras como las Madres, las Abuelas, pero aún más a militantes setentistas como Miguel BonassoHoracio Verbitsky apoyar al kirchnerismo: eran una brújula. Permitían el beneficio de la duda, para tratar de comprender el momento histórico. 
Desde el retorno de la democracia, el peronismo revolucionariocontaba con demasiados mártires a cuestas, pero “comandantes” sobrevivientes que no mostraron la menor autocrítica, en una actitud que fue políticamente letal y humanamente gélida para con las generaciones de relevo.

El Canca Gullo fue el setentista con mayor prestigio que sobrevivió: no solo no se quebró -habiendo estado preso ocho años y medio, mientras desaparecían a su madre y a su hermano-, sino que tampoco se corrompió (como sí lo hizoRodolfo Galimberti). Siguió haciendo política territorial, aquella de la JP de las Regionales, que los fierros montoneros eclipsaron.
Padrino de huérfanos
El Canca -con muy poquitos como Envar El KadriErnesto Jauretche y algunos otros- habilitaba la autocrítica sobre la ruptura con el General Perón en esa fatídica plaza del 1 de mayo (o la muerte de Rucci, o el pase a la clandestinidad, o la contraofensiva) a una generación que necesitaba romper los bronces donde estaban encerrados sus referentes históricos, para poder hacer política de futuro.
El Canca pasó la antorcha, no solo humanamente, contándole cómo eran sus padres a los hijos de sus compañeros desaparecidos (como a Horacio Pietragalla o a Camilo Juárez), sino históricamente, entre Juventudes.
Si después de la muerte de Néstor Kirchner vino “el engorde” de la juventud kirchnerista, el Canca funcionó -junto a otros- como funcionó la CGT de los Argentinos y los cuadros de la Resistencia para la juventud de los setenta (que también tuvo su “engorde”). Fueron la correa de trasmisión histórica, los formadores de nuevos cuadros.
Intuición histórica de dirigente histórico
Juan Carlos Dante Gullo era un polemista feroz, temerario en el debate. Apoyó a Néstor y Cristina en todo momento y fue referencia generosa -como Elvio Vitali o Héctor Recalde– de las juventudes peronistas que confluyeron en La Cámpora.

Jamás cedió a la tentación de criticar por izquierda el proceso histórico, como hicieron otros ex referentes prestigiosos comoPino Solanas o Jorge Rulli en 2008 (para tristeza de tantos), porque él no ponía a “los hombres” por delante del movimiento, como los modestos cargos de diputado nacional (2007-2011) y legislador porteño (2011-2015) lo atestiguan, habiendo tanto ministerio suelto.
El Canca Gullo se murió a los 71 años, lúcido, pareciendo físicamente diez años menos, aún tras haber pasado por lo que todos pasaban al caer en manos de la represión genocida.
Pero el Canca Gullo no se murió a los 71 años, porque aún pertenecía a la Gloriosa Juventud. Los mitos suelen morir jóvenes, para no acumular contradicciones y por eso el Che es más mito que Fidel. Si de mitos juveniles se trata, nada supera al “Club de los 27” del rocanrol.
El Canca vivió 71 años, pero se murió a los 27.