jueves, 26 de marzo de 2015

¿A qué juega y qué se juega Cristina?


Esta campaña electoral 2015 vive una guerra de encuestas y operaciones cruzadas que hace virtualmente imposible creer en los sondeos. ¿Cómo puede ser que para unos Michetti arrase en intención de votos a Larreta en Capital Federal, mientras para otros hay apenas unos puntos de diferencia? No es verosímil tampoco que en algunas encuestas Scioli se ubique a decenas de puntos de Randazzo y en otras la diferencia sea tan sólo de seis. ¿Massa está primero o tercero cómodo? ¿El FPV tiene alguna posibilidad de ganar en ballotage?
Puede incluso verse sobre este fenómeno una nota en clarin, o alguna encuesta que sugestivamente no incluye la segunda vuelta en el sondeo. Por consiguiente, como no se puede confiar en las encuestas, nos vamos a manejar con lógica política, con certezas y preguntas.
Certeza #1Cristina va a ser candidata (por los fueros y para retener la conducción del movimiento).
Duda #1: ¿A qué?
  • Escenario 1: Candidata diputada al Parlasur. Cristina se aseguraría fueros y un perfil internacional. Sin embargo, una figura de la talla y consenso en la región como Cristina no podría menos que ocupar la Secretaria de Unasur, si ese fuera el perfil que ella deseara. No obstante esta opción la aleja del día a día de la política argentina, la confina en "Puerta de Hierro". Es poco probable.
  • Escenario 2: Candidata a diputada por Buenos Aires. Asegura fueros y ganar/retener la provincia de Buenos Aires. Clave para conducir el movimiento peronista, su condición necesaria es un presidente opositor en la Rosada. ¿Alguien imagina a Cristina en diputados con Scioli en la Rosada? Macri presidente, Cristina jefa de bloque de la oposición, reteniendo Buenos Aires y Santa Cruz. Muy probable.
  • Escenario 3: Cristina candidata a gobernadora de la provincia de Buenos Aires. Empezó a circular este planteo curioso (repetido por De Narváez, Hebe de Bonafini, Patricio Mussi). No porque Cristina no pudiera ocupar un rol inferior a Presidente como gobernadora, sino porque lo sería por Santa Cruz. No por nada le dicen al asiento del gobernador de Buenos Aires "la silla eléctrica" (Felipe Solá dixit) por el déficit presupuestario crónico. ¿Sería inteligente que Cristina "cambiara lugares" con Scioli y lo pusiera en la posición de retacearle fondos (como hizo ella en alguna ocasión) para asegurarse su obediencia? ¿O estar a tiro de un presidente opositor como Macri? Esta opción es delirante.

Cada vez es más claro que Cristina está trabajando para que gane Macri el gobierno y ella retenga el poder dentro de un peronismo en la oposición. La opción de una oferta popular-conservadora expresada por Scioli es, en el imaginario de Cristina, más peligrosa que un período "en el llano" del PJ, ejerciendo una oposición que recicle actores en su interior . Esta lógica condena a Randazzo a cumplir el rol de un digno sparring que esmerile a "Daniel" (nos remitimos a las encuestas de una primaria A-bier-ta, en esto todas coinciden). ¿Cómo llevaría Cristina esto a cabo? Logrando una gran elección de primera vuelta en provincia de Buenos Aires (que compense Capital Federal, Córdoba y Santa Fe) y con los diputados e intendentes ya elegidos, operar un leve boicot a Scioli para la segunda vuelta, sabiendo que el antikirchnerismo unido supera los 50 puntos.
Existe mucha ganancia en esta estrategia. Ser oposición de un gobierno macrista débil permite operar en dos planos: el ideológico y el federal. Conduciendo la primera minoría en la Cámara de Diputados, el kirchnerismo conservará poder de veto y lo usará para defender sus logros de gestión e impugnar medidas de gobierno neoliberales sobre temas como deuda externa, tipo de cambio, políticas sociales, entre otros. El clivaje será ideológico entre el modelo de desarrollo con inclusión social y un gobierno rotulado como neoliberal de derecha.
Es en el plano federal donde se jugará la batalla decisiva, con un pre requisito: que Cristina gane y retenga no solo Buenos Aires, sino Santa Cruz (hoy en empate técnico con el radicalismo). Desde Kamtchatca, Cristina podrá conducir la Mesa de los Gobernadores Peronistas, que reeditarán la lucha de Federales contra Unitarios.
Bendito seas Julián (Resurrección de Manuel Dorrego)

Cobra relevancia en esta estrategia la figura de Julián Domínguez, el hombre elegido por Cristina para gobernar la Provincia de Buenos Aires y futuro ariete contra un gobierno nacional macrista.
El perfil de Domínguez rebosa de activos: perteneciente a la generación malvinera y de lealtad indudable, fue un exitoso Ministro de Agricultura que supo desarticular la Mesa de Enlace construyendo diálogo con el sector. Íntimo del papa Francisco, cuenta con el respaldo de Roma y el voto católico. Como presidente de la Cámara de Diputados acentuó su perfil de hombre de diálogo con todos los partidos políticos.
No es menor que, a diferencia de Randazzo, Domínguez creó un anillo de dirigentes y cuadros medios en las provincias con su Grupo San Martín, entre los que destacan Bossio, Oporto, Kunkel, M.E. Bielsa, y muchos más. Desarrolló un planteo programático que incluye entre otras cosas el concepto de:
  • Industrializar la Ruralidad (haciendo eje en la producción rural pero sumando valor agregado)
  • Trasladar la capital federal al centro-norte del país (presumiblemente Santiago del Estero)
  • El proyecto Norte-Grande que implica no solo dotar de infraestructura y productividad a las provincias más pobres sino toda una visión de integración latinoamericana desde la frontera terrestre (para un misionero Córdoba es "el sur" y Buenos Aires la frontera con el ártico).
Su visión política lo coloca como "el bonaerense más amigo del interior", una especie de Manuel Dorrego del siglo XXI. Recordemos a ese federal bonaerense que luchó contra el porteño liberal Rivadavia (y su Constitución unitaria de 1826) con la confianza del interior depositada en él a un nivel tal que tenía mandato para representar a Bustos (Córdoba) e Ibarra (Santiago del Estero).
Certeza #2: La provincia de Buenos Aires es "la provincia inviable" (Jorge Asís dixit). ¿Cómo hará Julián Domínguez para gobernar una provincia inviable económicamente, que requiere el auxilio de la Nación (con Fondo del Conurbano en épocas de Menem-Duhalde, o de transferencias periódicas de Cristina a Scioli) si en la Rosada habrá un adversario político? Creando una coalición de gobernadores en pos de la reforma de la Ley de Coparticipación Federal.

El T.E.G. Federal y la salida del laberinto: por arriba
¿Qué se elige en 2015?
En Argentina el federalismo realmente existente significa que las provincias del Norte, Cuyo y Patagonia tengan encorsetadas políticamente, para que no "sobren" 20 millones de argentinos, a la locomotora económica que es la Pampa Húmeda (Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires). Lo logran a través del Senado donde todas son iguales, imponiendo retenciones a la soja y compensando con el presupuesto nacional. El campo traccionando la economía con las exportaciones y el gobierno federal distribuyendo hacia la industria, el consumo del mercado interno y con obra pública y programas sociales hacia las provincias. No fue casual que la resolución 125 despertara mayor oposición (y rechazo electoral) al kirchnerismo en la pampa húmeda y la capital federal.
Este esquema que perduró en la última década está por mutar con la gran chance del capitalino Macri de ganar la Presidencia y porque su alianza con el radicalismo le puede asegurar ganar la gobernación de las provincias "grandes": Córdoba, Santa Fe y Mendoza.
Las elecciones generales de 2015 posiblemente alumbren un escenario con un  peronismo mermado que seguirá conservando la mayoría de los gobernadores (La Pampa, San Juan, Entre Rios, Río Negro, Formosa, Misiones, Salta) pero con un radicalismo con posibilidades ciertas de gobernar solo o con aliados seis provincias (Mendoza, Catamarca, Jujuy, Tucumán, Corrientes, Chaco). Habrá un presidente débil en la Rosada sin bases propias en el interior (salvo Santa Fe) ni mayoría propia en el Congreso; habrá un grupo de gobernadores radicales primer mandato, con una inexperiencia y sed de consolidar recursos y autonomía, que pondrá a prueba su alianza con PRO.
El kirchnerismo, que hizo el mejor gobierno en los últimos 60 años, fue unitario económicamente. Con sus políticas de crecimiento económico, distribución social y geográfica impactó mucho más en las provincias que en la Capital Federal y la Pampa Húmeda (invirtiendo recursos a través de vialidad nacional, en transporte de energía, obra pública y creación de empleo, plan federal de vivienda y programas sociales), pero eso no quita que en el reparto entre la Nación y las Provincias (coparticipación primaria) la relación fuera 70-30 en desmedro de estas últimas, la más regresiva en mucho tiempo. 
También es cierto que la situación de la provincia de Buenos Aires es particularmente desfavorable ya que si bien produce 40 puntos del PBI, recibe tan solo 20 en coparticipación. Tal vez esta situación fuera justa si no existiera el conurbano con su carga de desigualdad social. La inequidad en los subsidios (¿Cuánto paga el colectivo un porteño, un cordobés y un tucumano? ¿La luz, el gas?) es la otra cara de la moneda, forma parte de la misma discusión.

Mapa de coparticipación impositiva

Si la coparticipación primaria es injusta, la coparticipación secundaria (lo repartido entre las provincias del monto que cede la Nación) es directamente un nudo gordiano, por no decir una bomba política. ¿Quién va a querer resignar puntos de coparticipación de su provincia? ¿Que gobernador puede sobrevivir electoralmente a eso? ¿Que provincias tienen derecho a ganar y cuales a perder? El mecanismo fijado por la Constitución para elaborar una nueva Ley de COparticipación federal es que dicha ley debe ser refrendada por cada una de las Legislaturas provinciales, casi un imposible.
La única solución políticamente posible es en detrimento de la nación, que la nación ceda puntos frente a las provincias. Deberán fijar entre ellas criterios objetivos y explicitos (un ejemplo sería el porcentaje de población con necesidades básicas insatisfechas por provincia, o el porcentaje de infraestructura básica sin desarrollar). ¿Qué mejor oportunidad histórica que un gobierno nacional inexperto, débil por no contar con mayoría legislativa en el Congreso ni gran número de gobernadores propios, que no es peronista, ni radical?
Cristina busca así rediseñar el sistema político argentino, conformando un bipartidismo sobre ejes ideológicos y geográficos donde se enfrenten Nacionales, Populares y Federales versus Neoliberales de la Pampa Húmeda.

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