lunes, 22 de septiembre de 2014

¿Qué es "militar a lo Jauretche"?


En el librito "Escritos Inéditos", Luis Alberto Romero le realiza una entrevista a Jauretche. Cuenta allí Don Arturo cómo era el radicalismo popular en tiempos de Yrigoyen, la década del 30 digamos. Hace una radiografía de los distritos electorales y de los punteros de parroquia de la època. Cuenta Jauretche:
LAR: "Me gustaría conversar un poquito sobre eso; es decir, cuál es la base del caudillo de parroquia".
AJ: "La simpatía desde luego, porque si no se tiene eso que llaman carisma, desde luego no va. La simpatía, la autoridad, la palabra es una cosa personal, el prestigio personal y el servicio personal... supóngase que yo soy caudillo aqui, de esta parroquia, bueno, durante esta conversación que hemos tenido ya habrían llegado 15 personas a pedir cosas. Uno que viene a decirme: ¿Y Dr., ese empleíto? -Mirá, hablé con fulano, pero va a haber que hablar la semana que viene...Mentirle o decirle la verdad al tipo, pero uno tiene que tenerlo presente y además saber cómo se llama, porque eso es lo que no se perdona, ignorar a la persona... No es vida eso, vea, es la peor maldición que yo le puedo mandar a un tipo y esto lo digo ahora, pero a las 3 de la mañana lo mismo. El tipo que viene por el médico, el tipo que quiere la cama en el hospital, el tipo que cayó preso...Nunca le diga ´hola amigo´ a una persona, porque le está diciendo que no sabe quién es...si yo soy un caudillo de barrio tengo que hacer gauchadas todos los días , y yo tengo mis hombres en todas partes y donde se puede hacer algo, se hace. Tengo un asunto en la comisaria y si no tengo en esa comisaria, tengo en otra, un amigo, para que hable, o un funcionario superior, o un jubilado que es un amigo de todos ellos, tengo un amigo en todas partes, para las pequeñas cosas que uno hace, y algunas veces, en un Banco; es decir, no me emancipo de un metier, no puedo ya emanciparme. Mire, es una cosa terrible".
¿Cuál es la contracara de esto, el beneficio de tanto sacrificio? El poder, el dinero, la fama. Si uno no tiene una sana ambición por esas cosas, jamás se pasa de militante a dirigente. Jamás la capacidad de servicio de un santo se convertirá en la capacidad de transformación de la realidad de un político. En el medio, Maquiavelo y El Príncipe. La rosca. 
Ahora, si te jode la superestructura, el "reunionismo", la sonrisita y el alcahueteo en general, que abunda en la buena, se complica. Porque eso depende de las inclinaciones personales, del "carácter", la personalidad. Si uno no tiene astucia, no sabe disimular, o "no ser bueno", no hay pasta de campeón. 
Pero hay muchos caminos para servir al movimiento. Si no se es un organizador nato, se puede ser bueno en la gestión, o en la "formación" de compañeros nuevos. El General Perón dividía a los hombres políticos en "realizadores" y "predicadores". El predicador transmite fe en una causa.

Dice El General Perón en su Manual de Conducción Política: "Si necesitamos de realizadores para poner en movimiento la acción, necesitamos también de predicadores que vaya formando la masa que empuja en esa acción. De nada valen los realizadores si no están impulsados, apoyados y defendidos por la masa de un pueblo que se consigue mediante los predicadores. Hay que salir a predicar esta doctrina, no enseñar, sino predicar. Quiero decir que hay que hacerla conocer, comprender y sentir. Eso es predicar. Predicar no es decir. Decir es muy fácil, predicar es muy difícil."
Perón era un realizador, Jauretche un predicador.
Así como los enciclopedistas fueron los predicadores de la revolución francesa, los forjistas fueron los predicadores que alumbraron el peronismo. Yo considero al movimiento de derechos humanos como la punta de lanza que instaló que había que cortar el nudo gordiano de sangre que unía el neoliberalismo argentino; la impunidad de los milicos, la desindustrialización y privatizaciones, las relaciones carnales, etc. Pero los noventa introdujeron un quilombo bárbaro en el movimiento nacional, porque el Federalismo tuvo su traidor en Urquiza, el Radicalismo en Alvear y el peronismo en Menem. Y hoy por hoy el adversario del pensamiento nacional es la antipolítica. Tenemos que volver a debatir, volver a persuadir.
La coyuntura es compleja, porque desde la muerte de Néstor le toca a una persona hacer el trabajo de dos, gobernar y conducir políticamente, y eso es muy difícil. El contexto económico no ayuda, a pesar de que se cuente con amplio apoyo popular para ser un gobierno en su tercer mandato y sin reelección (Pato Rengo no vino hoy). 
Pero sí es notable cuántos ex compañeros de ruta, kirchneristas "antigüos" se han pasado de bando. Es notable y llama a la reflexión, a la dificultad de contener. ¿O son todos todos traidores? Muchos queriendo hacer poskirchnerismo (¿síntesis?) terminan haciendo antikirchnerismo berretón, que eso si es traicionar. Creo que hoy se impone la tarea de los forjistas del año ´54, que desde adentro hacían la crítica constructiva, para no achancharse, algo inevitable que siempre viene con los alcahuetes en la buena. 

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