El martes último, el ministro de economía Axel Kicillof anunció la modificación en la escala de ganancias beneficiando aproximadamente al 68% de trabajadores alcanzados por el impuesto (dentro del 10% de trabajadores en total que lo pagan) en aproximadamente 6% de desgravación impositiva. Una excelente noticia que aporta una cierta "justicia cortoplacista" en medio de un esquema fiscal argentino complejo y regresivo, a pesar de que ciertamente ganancias es el impuesto más progresivo si se lo compara, por ejemplo, con el iva al consumo. Sin embargo vale la pena preguntarse: ¿Por qué se anuncia esta medida ahora?
Varios son los factores, que involucran ciertamente aspectos macroeconómicos, políticos y electorales. En primer lugar ganancias no es un impuesto menor dentro de la recaudación del gobieno nacional. Anses se nutre en un alto porcentaje (casi un 20%) del aporte del impuesto a las ganancias, con lo cual cuando Cristina dice que ese dinero se "redistribuye" en cierta medida lo hace, vía jubilaciones, asignación universal, netbooks escolares, etc. Por otro lado, el gobierno acaba de tomar hace quince días deuda por aporximadamente 1.400 millones de dólares, que se estiran si se sumán los bonos que colocó en el mercado la YPF de Galluccio. Así "el puente de plata" que significan unas reservas robustas del Banco Central, que mantengan el tipo de cambio "planchado" y eviten corridas bancarias u operaciones de desestabilización financiera en medio de la campaña, está garantizado. El costado electoral de la medida se aprecia si se recuerda 2013. Ese año, en medio de una presión creciente de los sindicatos, la oposición al gobierno principalmente en la figura de Sergio Massa, tomó el reclamo otorgándole estatus de promesa de campaña. Tras una derrota en primarias, el gobierno modificó el mínimo no imponible, pero fue demasiado tarde y no le alcanzó. Falló el timming.
El Papa peronista
No es menor tampoco el estado de agitación en el sindicalismo argentino. A pesar de la fractura de las centrales sindicales (tres CGTs, dos CTAs), "los muchachos" suelen unirse cuando de pelear reivindicaciones se trata y 2015 no es un buen año para tener un proceso de cierre de paritarias traumático. Ni el propio Caló, líder de la CGT más próxima al gobierno pudo (¿quiso?) contener a sus bases metalúrgicas, que fueron al paro por un porcentaje de aumento que le gane a la inflación y sume un par de puntos al salario real. Un dato significativo fue que el anuncio extraoficial de la medida lo hiciera el líder de la UOCRA y representante internacional de la CGT en la Organización Internacional del Trabajo (¿el Canciller obrero?) Gerardo Martínez, tal vez el más cercano a Crisitina en este momento político. Otro gesto apreciable fue la audiencia que le otorgó el papa Francisco a Pablo Moyano y el llamado que su padre Hugo recibió del Santo Padre en medio de su reunión con la Pastoral Social. Se sabe, Francisco como buen cristiano y peronista, trabaja por la reunificación del movimiento obrero en una sola CGT. No sería esta una mala noticia, tal vez condición necesaria para el efectivo combate contra el trabajo en negro y demás flagelos laborales que aún quedan pendientes.
Si de asuntos pendiente se trata, vale preguntarse cuánto más aguanta el actual esquema impositivo, de subsidios al transporte y la energía y baja inversión de los empresarios.
El próximo gobierno deberá ordenar algunas cuestiones macroeconómicas que sirvieron para salir de la crisis y "apalancar" la producción y el mercado interno. Se sabe que una buena receta, si no se modifica y adapta a los tiempos, a la larga arruina el pastel. Habrá que ver como se logra desatar el potencial de productividad e inversiones sin malograr las conquistas sociales, el nivel de empleo ni el mercado interno con una devaluación grosera o atajo similar. Lo que se dió en llamar la sintonía fina es el desafío del próximo gobierno sea este de Macri, Massa o Scioli. Aunque en el caso de Macri sabemos hasta el momento, lo más "fino" que presentó fue al ex jefe de la metropolitana procesado por escuchas Palacio.
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