Mucha
polvareda levantó entre propios y extraños la gaffe de Florencio
Randazzo en su encuentro con Carta Abierta, al decir que con Scioli
“el proyecto se queda manco”. Caza
de brujas clarinista
alegan de un lado,falta
de códigos del
otro. Lo cierto es que lo que parece más una torpeza que una maldad,
revela dos cosas: que el inconsciente le jugó una mala pasada al
ministro y que peor quedó el auditorio de intelectuales que festejó
con risas francas el involuntario chiste. Este “error no forzado”
del flaco Randazzo provoca que el día en que Cristina comparte con
él cadena nacional inaugurando obras ferroviarias, estén todos
hablando del chiste “del manco”.
¿Por
qué tanta pica entre Randazzo y Scioli? Al ministro, que corre de
atrás en las encuestas al gobernador y ex vicepresidente, no le
queda más opción que confrontar para sumar puntos. Es algo tan
cierto como que el candidato que va perdiendo pide el debate. Nada
fuera de lo común. Sucede que es el rol que
le toca jugar a Randazzo el que lo predispone a este tipo de
situaciones. Voluntaria represa para la ola naranja, Florencio
sobreactúa la disputa del hombre de la política (de partido) contra
el candidato nacido en el jet set deportivo y mediático.
Los purismos
pertenecen al reino de la no-disputa de poder y estamos hablando de
dirigentes políticos de primer orden, conviene por tanto historiar
recorridos, analizar gestiones, evaluar discursos, ponderar alianzas.
Desmitificar
Nadie
que haya hecho política desde el peronismo en los negados y
simplificados años noventa pudo no ser menemista o duhaldista. Es
algo biológico, generacional. ¿Cómo se deja de hacer política en
1991 y se vuelve en 2003 y además, “se llega”? Así piensan
los angelitos,
diría un General.
Partiendo
de esta base, es muy meritorio que Randazzo haya hecho la “escuelita”
de la militancia, que implica volantear, afichear, fiscalizar, pintar
paredones. Hacerse de abajo. De ahí a la Intendencia de Chivilcoy y
jugar en la liga provincial hay un paso, si se tiene pasta. El
flaco pega
el salto cuando
es nombrado ministro Modernizador del Estado en la gestión de Solá
(luego de la huida de Ruckauf hacia la cancillería, con la provincia
incendiada post 2001). Sucede que el manual decía que para
sobrevivir como gobernador, Solá debía aumentar su autonomía del
duhaldismo (en la legislatura, en el gabinete, en los territorios) y
esa necesidad mutua lo hermanó con Néstor Kirchner, que vivía el
mismo dilema a escala nacional. Y el instrumentador operativo de esa
alianza fue Randazzo, el canal de diálogo de Néstor con la gestión
provincial, evidenciado en hechos como la paritaria docente, que
cuando ya no daba para más, Nación aportaba el dinero y Baradel se
enteraba por Florencio.
El salto
nacional se produce con Cristina en 2007, llegando al ministerio del
Interior (sin el control de las fuerzas de seguridad, que se las
llevó Aníbal a Justicia). Desde allí Florencio desplegaría una de
sus mayores virtudes y marca registrada: su capacidad de gestión.
Primero con los DNI (rápidos, baratos, transparente), luego con los
Pasaportes, la Agencia de Vialidad (incorporando a un gran
comunicador como el Flaco Traverso) bajando los accidentes en ruta.
Luego sucede la tragedia de Once, combo letal de un negligente
motorman y una política ferroviaria que no estaba a la altura de los
cambios ocurridos en el país desde 2003. Concesiones dolosas a
cambio de un servicio “gratis”, sindicatos con demasiado poder,
tercerizaciones, negocios varios y un nivel de desinversión de
décadas configuraron una trampa mortal que el pueblo argentino no se
merecía. Ese desafío le asignaron a Randazzo y ese desafío aceptó.
Al coraje
político en la decisión de Cristina se correspondió un nivel de
inversión que permitió renovar vías, estaciones, vagones y toda
una serie de mejoras que Randazzo hizo en tiempo récord y
enfrentando oposiciones a veces insólitas como la de los sindicatos
ferroviarios. Éste éxito mayor de gestión (y la confianza
depositada en él por Néstor y Cristina desde la época de Solá) le
valió la nominación a precandidato presidencial por el Frente para
la Victoria.
Para conducir, sintetizar
Pero no todo es
gestión en esta vida y la política se compone de muchos otros
elementos. Como la capacidad discursiva (sea en el Congreso en un
informe de gestión, en un debate televisivo o en una encendido acto
partidario), de negociación, de tejer alianzas, de la iniciativa
política. En definitiva, la capacidad de conducir y de sintetizar.
Es legítimo
marcar el origen en la militancia partidaria, el ser “un hombre de
la política”, frente a candidatos con otros orígenes. Pero ese
mismo origen impone preguntas: ¿Por qué le cuesta tanto a Randazzo
sumar dirigentes medios y provinciales? ¿Dónde está su “Grupo
Calafate” o su “Grupo San Martín”? ¿Por qué tan pocos
sindicatos lo apoyan? Pareciera que Randazzo no sintetiza todas las
corrientes que confluyen en el movimiento nacional (si llamarlo hoy
peronismo o kirchnerismo es una discusión más larga) representadas
en los gobernadores, los sindicatos, los movimientos sociales, la
clase media no antiperonista, la juventud. Habrá que ver si con el
empuje de Cristina alcanza en las encuestas y las urnas, logrando
emular la fórmula que utilizó Lula para construir a Dilma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario