EL DESARROLLISMO TEOLÓGICO DE DANIEL SCIOLI
Por Sergio Friedemann :: @serfri
Hace pocos días, en un acto de campaña en la Ciudad de Buenos Aires, Scioli dijo que Dios lo preparó para ser presidente y que le mandó una señal. En consonancia, afirmó que está trabajando para el cargo de jefe de estado desde que nació. Esta idea del llamado del más allá, me recordó un texto del filósofo alemán Max Weber: La política como vocación. La sorpresa fue que al googlear el nombre del texto, la cuarta entrada ofrecida por el buscador era un trabajo publicado con membrete oficial en la página web del gobierno de la provincia de Buenos Aires, escrito por una asesora de la Jefatura de Gabinete del Gobierno de la Provincia.
En alemán, el vocablo Beruf significa profesión, oficio, pero proviene del verbo rufen, llamar. Cuando Max Weber escribió Politik als Beruf, diferenció a aquellos que buscan vivir de la política, de aquellos que viven para la política. El ensayo bien se tradujo como La política como vocación. La idea de vocación, muy utilizada para otros oficios como el de los maestros, está íntimamente ligada a la de un llamado: no sabemos bien de donde proviene nuestro interés por este oficio, pero lo llevamos adelante con amor y sacrificio, con trabajo y compromiso. De algún lado proviene. Lo hacemos por vocación.
Sabemos que “vocación”, junto con “trabajo” y “compromiso”, son de las palabras más elegidas por el gobernador. ¿Dicen algo estas palabras de su proyecto político? El problema de la idea de vocación como un llamado del más allá, es que oculta el carácter histórico y político de la actividad. No nos dice nada del proyecto que está detrás de la tarea que llevamos adelante y para la cual se nos llamó.
Continuidad y cambio
Se sabe que Scioli y Massa tuvieron más de una reunión hace dos años para evaluar los pasos a seguir en las elecciones de medio término. Cuando Massa se lanzó como pre-candidato, con un discurso de “tercera posición”, el kirchnerismo salió rápidamente a diferenciarse y a demostrar que el intendente de Tigre era un exponente más de la oposición. El tigrense, por su lado, se empeñó en mostrarse por encima de la gran querella nacional, literalmente como aquel que puede transitar por una gran avenida mientras unos y otros van por veredas opuestas. Lo cierto es que hay dos veredas opuestas donde muchos ya caminan firmemente, también hay calles paralelas, gente que camina por la calle, o están aquellos que cruzan de un lado al otro según dicte el clima, las vidrieras u otras circunstancias. Tal vez Scioli tenía razón al evaluar que no convenía jugar por afuera del kirchnerismo para mostrarse como la opción de continuidad y cambio. Massa pasó rápidamente a una oposición intransigente, pero tal vez sus caminos se vuelvan a cruzar.
El gobernador bonaerense volvió a mencionar que no está de acuerdo con quienes dicen que todo tiene que cambiar después de 2015, e invitó a “cuidar los logros” de los últimos diez años. Es interesante el modo que tiene Scioli de situarse en una especie de kirchnerismo crítico de derecha, porque al poner de interlocutor a los que, desde afuera de la alianza oficialista, “critican todo”, está diciendo entonces que algunas cosas sí tienen que cambiar. ¿Qué es ese algo que Scioli quiere cambiar si es presidente? ¿Qué dice Scioli que va a hacer desde la casa rosada?
Es la economía
Axel Kicillof es Doctor en Economía y tiene una larga trayectoria como economista, como investigador y como profesor universitario. Es el primer Ministro de Economía que en las últimas décadas se apersona frente a los pesos más pesados de la economía global para enfrentarse al modelo de valorización financiero neoliberal todavía hegemónico en el “primer mundo”. Lo acusan de marxista y de keynesiano, y a sus casi 43 años, de ser demasiado joven. Scioli dijo que quiere “ser el puente entre las viejas y las nuevas generaciones que se tienen que organizar para tomar la posta”. El discurso del “trasvasamiento generacional” de Scioli, en un contexto en el que éste ya comenzó, es una forma de retardarlo. Todavía hace falta un puente. Que no se apresuren poniendo a jóvenes en lugares tan relevantes.
Claro que Scioli también se ocupa de ser fiel a su táctica electoral de permanecer dentro del Frente para la Victoria. Según cita Página/12, llamó a “tener cuidado y estar atentos” frente a “quienes proponen soluciones y quieren cambiar todo”. Enseguida, sintetizó qué es lo que sí estaba bien: la “política de derechos humanos que puso en marcha ese gran líder que fue Néstor Kirchner” y “la lucha que está dando la Presidenta para dejar un país desendeudado”. Quiere asumir la presidencia luego de pagar todas las deudas. ¿Para poder luego volver a insertar al país en la economía mundial, según reza el relato neoliberal?
Las palabras y las cosas
Si uno lo escucha a Scioli, verá que hay palabras que se repiten. “Vocación”, “trabajo” y “compromiso”, no dicen demasiado. Pero “desarrollo” e “inversiones”, son vocablos que están cada vez más presentes, y dicen mucho más de lo que se ha interpretado.
La que hace las veces de think tank del sciolismo es la fundación DAR – Desarrollo Argentino, cuyo primer encuentro realizado en junio pasado se denominó: “Argentina, del crecimiento al desarrollo”. Presidido por José “Pepe” Scioli, la fundación prevé dar un ciclo de charlas sobre diversas áreas de trabajo: Desarrollo Social y Humano; Desarrollo Institucional y Democracia; Desarrollo Regional, Mundial y Sostenible.
En mayo, La Nación preanunciaba su creación: “El gobernador bonaerense Daniel Scioli encargó a un equipo de colaboradores y especialistas en distintas áreas la elaboración de proyectos de políticas públicas, que aplicaría para impulsar “el desarrollo de la economía” del país en caso de llegar a la Casa Rosada en 2015.”
Como puede verse, la palabra “desarrollo” ocupa un lugar predominante en el discurso del gobernador. Hasta tal punto que esta semana dijo: “Eso es honrar las banderas del peronismo y la soberanía. El desarrollo es el nuevo nombre de la justicia social”. No hay mejor forma de traicionar una bandera que decir que se la está honrando. ¿Cómo planea impulsar Scioli el “desarrollo de la economía”?
“Tenemos que duplicar la producción minera en el norte del país, tomando como ejemplo a Chile”. Según La Nación, en el sciolismo “se quejan” porque ven en la minería “una puerta a abrir a inversores internacionales que ayudaría a salir de la parálisis a la economía local”. Desde ya que la palabra “parálisis” es del matutino de Bartolomé Mitre. Pero lo cierto es que hace unos meses Pepe Scioli estuvo en Expomin, el principal evento de la minería latinoamericana, que se desarrolla en Santiago de Chile. El hermano de Daniel dijo allí, según el diario mendocino Aconcagua que “hay una enorme expectativa por el futuro de nuestro país por parte de las principales empresas mineras del mundo” y que Argentina “debe desarrollar de manera responsable sus recursos minerales”. Dijo que “la exportación minera chilena es de alrededor de 70 mil millones de dólares anuales, mientras que la argentina ronda entre los 4 mil y 5 mil millones de la misma moneda”. “Es una diferencia abismal la que existe cuando ambos países comparten la misma cordillera”.
Desarrollismo del siglo XXI
Muchos analistas e historiadores han identificado un cuello de botella en las políticas industrializadoras del primer peronismo en tanto no pudieron alcanzar un desarrollo de la industria básica: máquinas, petróleo y acero, necesarias para alimentar a la industria liviana. Se necesitaba de una inversión considerable de capitales, insuficientes en nuestro país, mientras que el ingreso de divisas continuó dependiendo de la exportación de productos primarios, concentrados en pocas manos. Cuando los terratenientes decidieron dejar de producir todo lo que podían, el IAPI perdió efectividad como modo de regular por parte del Estado el flujo de divisas hacia la industrialización sustitutiva. Por esos motivos, muchos estudiosos interpretaron que la única manera de continuar industrializando el país sin abandonar la bandera de la justicia social, era llevando adelante transformaciones revolucionarias de la estructura productiva, incluyendo una reforma agraria.
Nada de eso sucedió, y las propuestas que ganaron terreno fueron aquellas que evaluaron que para lograr la industrialización pesada y llevar al país al desarrollo, lo que hacían falta eran grandes inversiones de capital, sin importar de dónde provinieran. Si estas no se encontraban en nuestro suelo, había que buscar inversiones extranjeras. Las empresas multinacionales se instalaron en nuestro país, pero el desarrollo no avanzó. Los capitales así como llegaron, se fueron en forma de ganancias, y el resultado del desarrollismo frondicista fue una economía subdesarrollada, pero mucho más extranjerizada, acentuando la fuga de capitales.
Como Frondizi con el petróleo, Scioli apunta fuertemente a la minería. Propone seducir a inversores extranjeros para aumentar la producción minera e impulsar el desarrollo de la economía a partir de la industria extractiva, favoreciendo al mismo tiempo a los exportadores de productos primarios bajando las retenciones. Es cierto que el kirchnerismo también ha sobreestimado las posibilidades de perpetuar un modelo de inclusión social basado en la exportación de productos primarios, de la que depende en buena medida para mantener el flujo de divisas, pero ha demostrado también el privilegiar la inclusión social y las políticas “contracíclicas”, no “recomendadas” por los organismos multilaterales de crédito, y se ha enfrentado así a los condicionamientos que el capital financiero impone para tocar las puertas de un país dependiente. Así, cuando la restricción externa se manifestó con fuerza, los grandes lineamientos del proyecto político-económico no se modificaron, aunque la economía se frenó. En este momento, una nueva moratoria que según ANSES aspira a incorporar medio millón de jubilados, así como el plan PROGRESAR, y el PROCREAUTO, son tres ejemplos que vuelven a privilegiar la inyección de demanda para reactivar la producción, en lugar de abrir el mercado externo poniendo en riesgo los puestos de trabajo creados en la última década.
Al decir que “el desarrollo es el nuevo nombre de la justicia social“, Scioli ya se empieza a diferenciar del proyecto económico y social del gobierno nacional. Desarrollo y justicia social son dos aspectos totalmente diferentes que pueden presentarse juntos o separados. Muchas veces en la historia argentina se ha impulsado el desarrollo sin atender a una distribución progresiva de la riqueza que ese desarrollo genera. El sciolismo ha mencionado varias veces la necesidad de bajar las retenciones, insistiendo ahora en que la entrada de divisas podría aumentarse con mayor producción minera. Repite incesantemente que lo que necesita el país es el ingreso de inversiones extranjeras, pero sin decir palabra acerca de los condicionamientos que los capitales extranjeros globalizados imponen como requisitos para entrar al país. Para empezar a hablar, exigen la posibilidad de liquidar en el extranjero la totalidad de las ganancias. En una frase sorprendentemente antiperonista, Scioli dijo en Radio Mitre: “Necesitamos más inversiones. Esto se logra seduciendo al capital, no combatiendo al capital”. En el contexto de disputa con los “fondos buitre”, su afirmación no deja demasiadas dudas sobre el lugar que quiere ocupar. El que avisa no traiciona.
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