miércoles, 1 de octubre de 2014

China y Hong Kong


Pintó revuelta estudiantil en Hong Kong y muchos ven una "primavera democrática"  en China. Las crónicas dicen que: 
Hong Kong es, junto con Macao, uno de los territorios que tienen el estatus de Región Administrativa Especial. Luego de haber sido una colonia británica amparada por un contrato de arrendamiento vencido en 1997, fue devuelto por el Reino Unido con ciertas condiciones. Bajo la fórmula ‘Un país, dos sistemas’, China se comprometió a preservar las instituciones y el sistema económico del territorio durante 50 años. Por ello, en Hong Kong existe un Consejo Legislativo. Sin embargo, el jefe de gobierno es hoy escogido por un comité electoral de 1.200 miembros. Beijing se había comprometido en diciembre de 2007 a permitir que los ciudadanos elijan a esta autoridad en los comicios locales de 2017. Ante el temor de que eso no se cumpliera, Occupy Central With Love And Peace, el principal movimiento de protestas sin vínculo oficial con los estudiantes, organizó en el verano de este año un referendo extraoficial con tres propuestas hipotéticas para las elecciones de 2017. La alianza de los 26 partidos pro democracia ganó con el 42 por ciento de los votos. Beijing ignoró este sufragio ficticio y anunció el 31 de agosto las nuevas reglas para escoger el jefe del gobierno local, lo que confirmó su deseo de reducir la autonomía.
En el libro sobre la China post Mao "La segunda revolución china"(Ed. Capital Intelectual), el ex embajador de España en China, Eugenio Bregolta, nos dice:  
"La dictadura del proletariado encaja perfectamente con la cultura política China. El secretario general del Partido ocupa el lugar del Emperador y el Partido, el del mandarinato. El imperio era, en teoría, una dictadura benévola. Algo así como un "despotismo ilustrado". Los súbditos tenían que acatar el poder sin discutirlo, pero el emperador debía garantizar la seguridad y bienestar de sus súbditos". (pág. 23)
So pena de legitima rebelión y destitución, agregamos nosotros. La historia China está llena de estas rebeliones. Sus más brillantes dinastías, la Han (206 a.C. -220 d.C) y la Ming (1368-1644) las iniciaron jefes campesinos (ni nobles ni ricos) victoriosos. Pero ello no implicó el abandono del sistema imperial (centralizado) porque este es necesario para las grandes obras públicas (caminos, acueductos, murallas) y estás lo fueron (¿son?) para evitar las hambrunas.
Ello no implica que el imperio fuera cerrado, oligarca. El mandarinato siempre se caracterizó por un sistema de selección y formación de hombres de estado, funcionarios de carrera, entre todas las capas de la población (hasta el último pueblo) mediante un sistema de exámenes.
Ahora bien, el PCCh derivó su legitimidad de la expulsión del extranjero (japonés y europeo) del territorio.
Luego se presentó el desafío del crecimiento (desarrollo de las fuerzas productivas) y el socialismo (justicia social). Mao tuvo éxitos y fracasos. No logró un gran crecimiento a pesar de su voluntarismo(Gran Salto Adelante, etc.) pero si logró ampliar la educación a toda la población y algunas mejoras de salud básicas.
Deng Xiaoping a partir del ´78 postula que el socialismo, como etapa previa al comunismo, es lograr desarrollar las fuerzas productivas. Como sea. Que el comunismo se da en naciones ricas, no pobres, tal como dijera Marx y no como adaptara (¿tergiversara?) Lenin con su teoría del eslabón más débil en la fase imperialista del capitalismo.
Aprendiendo de las experiencias de sus pequeños vecinos (Singapur, Taiwan, Corea del Sur y Tigres Asiáticos en general) Deng va liberando sectores de la economía al capital privado, siempre en forma escalonada y en experiencias "piloto" acotadas geográficamente, que van resultado exitosas en cuanto desarrollan las fuerzas productivas. La propiedad pública (estatal y colectiva) iba a coexistir con la familiar (hasta ocho empleados), la privada (más de ocho empleados), la extranjera y formas mixtas de las anteriores.
Las famosas "cuatro modernizaciones" (campo, industria, ciencia y tecnología, defensa) económicas se complementan con los "cuatro principios" políticos: vía socialista, dictadura del proletariado, liderazgo del PCCh y pensamiento de Marx-Lenin-Mao.
Si uno garantiza el desarrollo económico, el otro garantiza el monopolio político.
No es menor que donde se antepuso la apertura democrática liberal al desarrollo económico como forma de transición, explotara todo por los aires. China aprendió de la experiencia de la ex Unión Soviética.


Al aumento espectacular de su PBI (las famosas "tasas chinas" del 9% anual), la gran urbanización de su población, la radicación de empresas multinacionales extranjeras y demás, hay que darle el consabido contexto. Porque aquí juega la táctica y la estrategia también. Si bien es verdad que al principio las grandes empresas multinacionales se radicaban en suelo chino por la mano de obra barata (plusvalía pura y dura) no es menos cierto que las empresas chinas fueron copiando tecnología, know how y desarrollando modelos propios. Para primero competir y ganar su (mega) mercado interno y luego exportar. Esto se puede ver en cualquier ramo de la industria y en las constantes acusaciones por robo de patentes o competencia desleal de firmas europeas y norteamericanas.
Dos o tres peligros acechan esta estrategia, como "efectos colaterales": los desbalances regionales, la corrupción de funcionarios, la contaminación. El factor regional es el más bravo, el que genera más desigualdades entre la zona costera abierta al extranjero y el interior rural. Por eso nos permitimos pensar si esto más que un problema de división de poderes y sistema de partidos con competencia electoral, no es más un problema de federalismo o unitarismo.
Los chinos con su ancestral tradición filosófica taoista y su culto al equilibrio, van haciendo contrapesos. Pero lo fundamental es que los resortes claves de la economía (banca, energía, transporte, etc.) están en manos del estado. Ellos ponen "el marco" en que se desenvuelve el capital.
Se puede ver este proceso de distintas formas. Una es como en Los Simpson donde un pobre chinito trabaja mil horas por un salario miserable fabricando productos que se consumirán en el primer mundo. Otro modo es contemplar a ese obrero urbano (con las comodidades de la ciudad que su padre campesino no tuvo) mandando a su hijo a la universidad. Verdades relativas.
Políticamente, el régimen tiene el desafío de procesar las nuevas demandas que surgen de los actores económicos que crea (clase media, empresarios). Esto lo hace incorporando al PC una "rama de empresarios" por ejemplo. 

Logo del ASEAN, Mercado Común del Asia-Pacífico

En cuanto a política exterior varios fueron/son los desafíos. Crear una región de influencia (ASEAN) que via mercado común permita colocar sus productos y aislar (o balancear) políticamente a Japón en la región; crear una multipolaridad a nivel mundial (BRICS) para contrarrestar al eje USA-Europa-Japón; intervenir según sus intereses nacionales en zonas antes vedadas como África, Medio Oriente o Latinoamérica; resolver le tradicional enemistad con su vecina Rusia. Pero las dos piedras en el zapato siempre fueron Taiwan y Hong Kong (no así Tibet, a pesar de Hollywood ), viejos resabios coloniales ingleses.
Hoy por hoy son muy pocos los países que reconocen a Tawian como estado soberano, condición sine qua non que exige China para entablar relaciones bilaterales. El asunto Hong Kong se resolvió con un esquema negociado con Inglaterra, cuyo resultado fue el lema "un país, dos sistemas" que implica una sola soberanía China pero con grandes niveles de autonomía económica y hasta ahí, política.
Es verdad que la población de Hong Kong no viene del fondo del tarro, como venían los Chinos, y no pueden comparar o apreciar los grandes avances materiales de los últimos 30 años. Ellos eran una plaza financiera y militar inglesa, algo así como Uruguay. También es verdad que debe haber latente un gran localismo que se puede traducir politicamente en una especie de "nacionalismo antiimperialista" o grito confederal. No es menos cierto que juegan las potencias extranjeras, financiando y difundiendo, para generar a su rival un conflicto que lo debilite, al menos en su prestigio.
Nosotros como argentinos no podemos ver este proceso con ojos europeos. Y si se es peronista tampoco con ojos "demoliberales", como diría el General. Porque cada pueblo tiene sus formas y se erra el análisis cuando se absolutizan y se extrapolan modelos. Modelos que por otra parte fueron sustentables gracias a una política imperialista de transferencia de riquezas que aplacó las contradicciones "de clase" del centro imperial. En fin, basta ver a la izquierda opinar sobre Medio Oriente y el Islam Político para ver esta apreciación en acción.
Por otro lado, vale recordar que la pobreza mundial baja gracias a que China saca de la pobreza a cientos de millones de sus habitantes por década. Para una justa comparación habría que mirar a la India. Todo en China debe medirse según su escala, causa y fundamento de su temprano estado centralizado y también del confucionismo como ordenador social.
Como argentinos lo que más nos puede reportar esta experiencia es adaptar ideas creativas en cuanto a la recuperación de Malvinas. Al intento de "compra" del General a los ingleses en la década del 50 y al non-paper de los setenta, donde se ensayaba un esquema de soberanía mixta con alternancia de gobernadores y ambos idiomas oficiales, pueden sumarse antecedentes de otras latitudes. Hechos trastocados a fines de los 70 por el descubrimiento inglés de potencial petrolero y a la bravata de la dictadura militar.
Por último y en clave maquiaveliana somos de la opinión de que "si no puedes contra ellos, úneteles". En toda sociedad hay "reglas de juego" políticas, más o menos justas. Matices, internas. Es verdad que no es lo mismo un régimen de "partido único" que uno de "partido hegemónico", pero tienen parecidos. Y si uno quiere tallar, debe ir por adentro. Llegar arriba, hamacándose, y desplegar su idea de reforma.  

(Sobre la China post Mao se puede ver "La segunda revolución china" del ex embajador de España en China, Eugenio Bregolta (Ed. Capital Intelectual) y/o "China y el Nuevo Orden Mundial" del argentino Antonio López Crespo).

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